Era un copito de
nieve
con azabache adornado
la noche que vio la
luz
por la luna
iluminado.
Nació solo, sin
hermanos,
por esa razón los
niños
de la casa parameña
lo abrigaron de
cariños
Creció jugando con
ellos
en los prados
aledaños
y les servía de
montura
debido a su gran
tamaño.
Jugaban sobre la
guerra
y él corría entre la
metralla
como el más bravo y
valiente
caballito de batalla.
Transcurridos varios
meses
pasaron unos soldados
y el oficial que los
guiaba
quedó del perro
prendado.
Por ser de su misma
causa
el dueño del can
hermoso
al juvenil militar
se lo regaló gustoso.
Se marcharon los
soldados
en formación por el
cerro
y un indio se fue con
ellos
a cuidar al noble
perro.
Nevado, el nombre del
can;
Tinjacá, el del
cuidador,
y el dueño de la
mascota,
el Padre Libertador. CHIPI (Carlos Páez Ortiz)
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