Mientras se oía
desde una rosa
la deliciosa
marcha nupcial
que con sus notas
creaba un ambiente
completamente
matrimonial.
Dos lombricitas
de edad temprana
cierta mañana
del mes de abril
solicitaron
en la pradera
al grillo, que era
jefe civil.
Al punto el grillo
con dos plumazos
ató los lazos
de aquel amor.
Las lombricitas
se apechugaron
y se mudaron
para una flor.
Tras una vida
dulce y risueña
con la cigüeña
las premió Dios.
Y cuando abrieron
las margaritas
las lombricitas
ya no eran dos.
La primorosa
recién nacida
pasó la vida
sin novedad.
Y al cuarto día
de primavera
ya casi era
mayor de edad.
Quiso ir entonces
a una visita
y su mamita
le dijo:-¡No!
Mas de porfiada
salió a la esquina
y una gallina
se la comió.
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