Estamos en
agosto, mes de vacaciones, y mi papá
decidió, como siempre, a última hora,
creo que entusiasmado por mi mamá, que nos fuéramos para Margarita, a descansar
unos días en la playa. De Mérida, luego de hacer las maletas, salimos para El Vigía a abordar el avión que nos llevó
hasta Porlamar. Me gustó mucho el vuelo. A los pocos minutos de despegar de El Vigía podíamos ver los imponentes Andes por la ventanilla
derecha y por la izquierda el majestuoso lago de Maracaibo. ¡Qué grande y bello
es nuestro país! Aterrizamos en Maiquetía, estiramos las piernas corriendo por
el largo pasillo, para de allí volver a abordar el avión que nos llevó hasta
Porlamar. Allí tomamos un taxi que nos trasladó hasta un hotel que está arriba,
en El Tirano o Playa El Agua, donde hay un cerro que parece un volcán y que se
llama Guayamurí. Nos registramos en el hotel, nos pusieron un brazalete para
identificarnos y al nomás llegar a la habitación salimos corriendo mi hermanita
y yo a darnos un chapuzón en la piscina.
Había muchos niños, algunos merideños, y pudimos hacer algunos
amiguitos. Comimos hasta saciarnos y en
la noche vivimos un espectáculo bien bonito, con bailes y música oriental. Al día
siguiente hicimos uno de los muchos paseos guiados por la isla, durante los cuales
tuvimos la oportunidad de visitar la basílica de
CHIPI (Carlos Páez Ortiz)
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