El
labrador y la cigüeña
Un Labrador colocó trampas en su
terreno recién sembrado y capturó varias grullas que venían a comerse las
semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había
fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le
conservara la vida:
- Te ruego me liberes, amo – decía,
- sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no soy
grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter y muy buena hija. Mira
también mis plumas, que no son como las de esas grullas.
El labrador, riéndose, dijo:
- Será todo como lo dices, pero yo
sólo sé esto:
Te capturé junto con estas ladronas y por tanto te corresponde morir junto con
ellas.
Quien se asocia
con el malvado, con él perece.
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