Muchos
merideños y también visitantes solicitan por estos días el permiso de pesca en
el Ministerio de Poder Popular para la
Pesca y Acuicultura, y
es que estamos en plena temporada de pesca de truchas, que se inició en marzo y
culmina por allá en octubre. Curioseando un poco sobre cómo llegaron las
truchas a nuestro estado, hablamos hace ya algún tiempo con el señor Egidio
Motti, un amigo nuestro que llegó de Italia a principio de los sesentas, que
fundó aquí su distinguida familia y contribuyó con la siembra de los alevines, que
es como se llama a las truchitas bebés, en muchas de nuestras lagunas. Aquí,
según nos dijo, hay unas 200 lagunas en la Sierra Nevada y una cantidad
similar en la Sierra
de La Culata , pero son muchísimas más en todo el estado, y que él depositó
las truchitas como en 180 de esas lagunas. Esto lo hizo junto a ese grupo de
hombres y mujeres que tuvieron la idea de poblar de estos peces todas estas
aguas con el propósito de permitirles a los moradores de nuestros páramos
contar con una fuente de proteínas para su alimentación. Entre los que
conformaban el grupo se encontraban el doctor Carlos Febres Poveda, ilustre
merideño que fuera ministro del Ambiente, ya fallecido, y otro amigo nuestro,
el doctor José Ignacio León, propietario de la Truchicultura El
Paraíso, en Mucunután, a quien, por cierto, hace mucho que no vamos a visitar.
La idea de esta nota es incentivar a
nuestros amiguitos para que practiquen este sano deporte, respetando, desde
luego, las normas que se exigen para preservar nuestro frágil ambiente y para
que siempre haya truchas y uno pueda, por lo menos, lanzar el anzuelo al agua con
la esperanza de que alguna trucha pique, así al final no pesque nada… como siempre nos pasa a mi papá y a mí. ¡Je Je Je Je
Je! !Hasta el domingo!!!
CHIPI. (Carlos Páez Ortiz)
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