Un pescador, después de lanzar al mar su red, sólo cogió
un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia
de su pequeñez.
- Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para tí de
más provecho -, terminó el pececillo.
-¡Hombre-replicó el pescador-, bien tonto sería soltando la presa que tengo
en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea! -
Más
vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario